Cosas.

La verdad es que hay un momento en que algo definitivamente se acomoda y no vuelve atrás.
Estoy cansada, básicamente, de ver lo poco que me valoraba años atrás.
Sola en casa ordeno la ropa, la miro y me gusta. Nunca antes me había pasado. Mis cosas me gustan. Mis pinturas, mi ropa, mi comida. Las cosas que antes hostigaba ahora las quiero, las quiero bien cerca mío porque me identifican. Son yo. 
Nunca más voy por algo que pienso no merezco, nunca más me dejo por nada, por menos. Nunca más me olvido.
Siempre por igual, por un par.
Ya sé que no espero nada de un amor, ni de nadie, porque simplemente ya no espero.
Porque a la noche pienso que ahora es así y si aparece, cuando aparezca va a tener que ser muy hermoso. Que nunca más resigno nada porque soy hermosa, pero fundamentalmente buena, porque soy pequeña, porque soy fea también, porque se puede ser hermosa y fea al mismo tiempo y me gusta.
Pido todo porque sé que puedo todo. Me llevo a donde voy y si voy, voy con todo lo puesto, voy brillante.



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