Carta sin nombrar.

Ya se que tardé mucho en escribirte. 
Tengo tanto por. 
Aveces cierro con mucha fuerza los ojos y pienso que quizás, no sé, te lo teletransporte y te emerja perdido en algún pensamiento. 
Quiero decirte cosas importantes. 
Quiero decirte que acá el sol tarda más en llegar a la superficie y que la luna es más brillante que por allá. ,sobretodo después de las 2 am. Es que me estoy convirtiendo en una especialista de excusas. Una noche, me animé a dejar las pantuflas al pié de la cama, y pisé con los pies de lleno el piso frío, estaba tan helado que me estremecí toda y no prendí la luz. Sé que valorás lo que apuntalo conociendo qué me da miedo la madrugada con su oscuridad lastimosa, cuando al parecer sólo me queda funcional la memoria para esos momentos. Qué injusto lo que suele venir después; una madrugada imaginé que te abrazaba, un abrazo muy largo y pausado, para tener mucho tiempo y pensar " nos estamos abrazando".  Ahora mismo me acuerdo de cuando era chica, mi mamá me dijo que no llore, que si lloraba me arrugaba. Me preocupa que no me quieras arrugada. Me preocupa que se me arrugue la mente o el cerebro. Estoy intentando no llorar. Tengo tanto miedo que te me reirías en la cara.  Ya no veo la tele, me dedico a leer pausadamente, me enojo conmigo y me alejo de la lectura por un rato cuando me sorprendo sin poder entender palabras como esperanza junto a justicia o frases como " tengo que escribir una carta", más si son las seis de la tarde como ahora y aun no falta nada por suceder.
Ya de antemano sabíamos tantas cosas, y sin embargo las lloramos.
Me repugna este lugar, por lo pronto sigo tu consejo y trato de dormir una vez al mes.
Te necesito, como se necesitan todos los humanos.

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